viernes, 1 de mayo de 2015

Cobarde.

Y cuando crees que se va a quedar junto a tu desastre, 
     se va. 

Y ahí entras tú en tu propio naufragio de lágrimas,
partiéndote el pecho porque vuelva
pero sin voz de tanto gritarle que se quede. 
Y es que cariño,
me he quedado afónica de tanto pedirte que volvieras
que hasta la poesía se nos queda corta para relatar nuestro precipicio,
        mi ausencia de ti. 
El tiempo no cura,
pero ayuda a cicatrizar
y soy la única dueña de mis propias heridas,
capaz de abrirlas cuando lleve tanto tiempo en la superficie 
que necesite recordar tan solo uno de tus besos,
cómo era tu aroma
o a qué sabías. 

Porque desde que te has ido 
solo veo un invierno camuflado de primavera entre tanta flor
-o capullo-
y aun así sigo queriendo hacer contigo 
lo que dicen los dos últimos versos
de un poema 14 de Neruda. 

Si tuviese que describirte en una palabra, en un verso 
seria:
     cobarde. 
Cobarde por huir dejándome apenas sin aliento,
atrapada en esta jaula
y llevarte la llave en tu boca,
soy la prisionera de un cuento 
en el que no existe un final feliz para mí,
soy la prisionera del amor,
         del amor por ti. 
Voy a utilizar estas ruinas 
de cimiento para crear mi propio reino,
uno que no lleve tu nombre por bandera
y en el que no exista el invierno
      sin ti. 

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