y me di cuenta de que quizás nunca debí haberte abrazado los miedos
cuando los míos seguían revoloteando libres por todo mi cuerpo.
Eras mi musa,
mi para todo,
mi necesidad
y yo sólo tu plan de huida.
Te di trozos de mí,
pequeños pedazos
para que pudieses sostenerme cuando no lograse regalarte una sonrisa más,
-te fuiste
y me perdí-
y ya tampoco puedo sostenerme ni yo misma.
Intento recomponer mi vida sin ti
y solo abro paso a un nuevo desastre.
Ahora sólo soy una bala perdida,
un náufrago a la deriva
esperando a que la encuentren,
que la paren
y que la enseñen que no siempre querer es perder,
que se puede resucitar
y que a veces ser querido te puede salvar.